LA
CUARESMA
1-3-2015
Querido lector, gracias por ayudarme a escribir. Escribir en
estos días es un arte poco apreciado por muchos “no-lectores”… La imagen y el
vértigo de nuestros días ha elegido un lenguaje de alguna manera incorrecto y
desestructurado. Me refiero a ese modo de comunicación escrita que no supera el
límite de la corrección ortográfica (supresiones, reducciones, abreviaturas,
incorrecciones) so capa de presuras y economías del lenguaje. ¡Qué delgada, qué
esquelética y fría queda así nuestra comunicación escrita!
Mas la urgencia
espiritual nos llama al lirio morado y al desierto. ¡Bien claro queda que
nuestro “lirio morado” nace tardío en nuestra geografía! No obstante decora nuestros
mensajes espirituales, cuánto más si a su lado nos espera un espacio de
silencio claroscuro, al pie de la montaña y el ciprés… ¡Ya sé que Jesús eligió
un paisaje más severo!
Antes de proseguir,
he de deciros que me inspira también mucho el paisaje del desierto, tan
socorrido para ilustrar la cuaresma. La cuaresma es un telón oscuro y triste
–Dios me libre de despreciar las modas adelgazantes que eligen tal color- que
ha calado muy hondo en nuestra geografía espiritual. ¡Mira que hay libertad y modos
burdos en nuestro actual vestir! Mas apenas asomar su rostro la cuaresma nos
vamos al ayuno y la ceniza mortificando la alegría de nuestro comer y vivir
recurriendo a la ascética de la verdura y el pescado como si ello fuera un
sacramento de redención… ¡Leve piedad, muy leve, creo yo!
La cuaresma es una
gala de sobriedad, silencio e interioridad a la que solo suelen asistir quienes
se solidarizan con la causa de Jesús y sus mensajes. ¡Por cierto muy útiles
para nuestros días de presupuestos austeros y de empeño en liberalizar nuestras
“deudas”! Otros muchos solo asisten a la antesala con sus comparsas y efímeros
disfraces, que pronto quedarán colgados en la percha del olvido.
Si “el tiempo es un
gran escultor” -Margarite Yourcenar- saquemos de nuestra caja de herramientas
el escoplo y el buril y esculpamos nuestra más esbelta escultura, esa que huele
a ascesis, esperanza y liberación de materia gruesa –o grasa, según tú
prefieras-. En cualquier caso no busques tomos de teología muy gruesos ya que Jesús
–el gran economista del lenguaje- te va a sorprender con su lenguaje sobrio y
sutil… ¡Claro que sí! También hay otros libros que pueden embellecer tu
escultura: por ejemplo este mismo que te indico con exactitud: “El Tiempo, gran
escultor”.
Resurrección! ¡Ojalá
su dulce brisa embellezca esta cuaresma cuyas puertas acabamos de abrir! “Abriendo puertas” –dicen muchos
templos en este tiempo-. ¡Feliz ascesis y blanca!
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