domingo, 8 de marzo de 2015

MI AMIGO FERNANDO


MI AMIGO FERNANDO

8-3-2015

Fernando, uno de mis mejores amigos, ya no está aquí. Se me fue el día seis de diciembre, sin poder ya hablar más con él. Sus últimos días -hasta que se apagó su voz- fueron para mí muy dolorosos, quizás menos para él, callado ya y sin apenas sentir su ida… Mi amigo Fernando se fue apagando entre hospital y hospital, sin encontrar camino abierto ni sosiego, inconsciente ya y sin palabra acorde alguna.
   A mi amigo Fernando le gustaba mucho andar conmigo por las orillas del Ebro, si bien no era muy amigo de cuestas, peldaños y escaleras. Su amena conversación y su andar corto me permitían interiorizar mejor su palabra, Cada dos pasos -”¿comprendes”?- te miraba a la cara e intensificaba su tono de voz:
 -“Padre Julio, de verdad. Se lo digo sinceramente. No hay cosa que más me fastidie que la mentira y la falsedad”. Luego recobraba de nuevo el hilo de su siempre amena conversación y seguía –casi calmado- su anécdota  o su relato.
   A Fernando le encantaba viajar. Su isla preferida era Puerto Rico, lugar que compartía con sus mejores amigos Felipe y familia de Dora. Allí –siempre relajado, con su whisky en la mesa antes de comer- tiraba de anécdotas, políticas y proyectos sin apenas interrumpir su tiempo. Desde aquí lanzaba su caña a San Francisco, San Diego, tal vez Las Vegas, Méjico, Canadá y otros mil rincones que omito en este lugar… Fernando, siendo joven se hizo a la mar, conoció Canarias y mil espacios más.
   De noble condición en sus principios, Fernando fue siempre fiel siervo de Felipe en el trabajo de la construcción en Logroño. Mas Logroño no es una ciudad de relieve sinuoso y empinado sino más bien una llanura habitada al pie del Ebro y La Redonda. Fiel al progreso Logroño –ciudad provinciana- se ha expandido en exceso en sus alrededores, conquistada por mil edificios, en gran parte nuevos y deshabitados.
   Yo le conocí hace tan solo ocho años. Ebro arriba, Ebro abajo, hemos repasado nuestras vidas –sobre todo nuestros sentimientos- en cada una de las visitas que yo realizaba  a dicha ciudad, con solo el ánimo de encontrarme con él correspondiendo así a las mil llamadas por teléfono. –“P. Julio, soy un verdadero desastre”… “¡Hola, cariño, a ver cuándo vienes”! No, no era su fuerte el hilo por teléfono.
   Desde Segovia, -gracias a Dora- he seguido paso a paso la pena de sus últimos días, aquejado de dolores, misterios y silencios. Tras mi despedida –Misa de Funeral en los Capuchinos Franciscanos-, envuelto yo en penas y ausencias, tuve al menos la oportunidad de expresarle mi más honda gratitud por todas sus atenciones. Este mismo sentimiento lo hago extensivo aquí –repito- a Dora, persona fiel, desbordada en atenciones hacia mí dentro de la enfermedad de Fernando. ¡Millones de gracias!
   “¡Fernando ha vivido mucho! ¡Fernando ha vivido muy bien! Fernando era un libro abierto, memoria de viajes, aventuras y recuerdos”…
   Amigo Fernando, ¿recuerdas el día en que volviste con mi hermano Fernando y conmigo a tu pueblo de infancia, Ledesma de la Cogolla? ¡Esta es mi mejor foto tuya: al pie de esta cruz, al pie de las escaleras, con tu mirada puesta en un horizonte alto y bello!

   Amigo Fernando, ¡Descansa en paz! ¡Gracias!

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