NIÑOS
DE GOMA
12-4-2015
Lo decimos
de los niños cuando se caen o nos hacen demostraciones de flexibilidad y
piruetas. La presente decoración inicial de esta escalera seguramente cumple
una doble función: decorativa una, práctica otra. En ambos casos me resulta
sugerente. ¿Quién no ha iniciado el riesgo vertiginoso de esta tan pronunciada
escalera? Esta especie de herradura -vamos a llamarla anillo- embellece su inicio. Pero bajemos un peldaño y pongamos la
mente en marcha… ¡Claro que también podríamos hablar de su ascensión al último
peldaño, ascensión fatigosa a la vez que meritoria!
¿Y
si aprovechamos este espacio relajado y sugerente para asentar y dar elocuencia
a nuestro paseo? ¡Perdón, no recordaba que se trata de un “frente”
histórico y político” que enseguida enciende el fervor de algunos ciudadanos…
Bueno, nosotros, -aunque ladren- cabalgamos…
Cuando advierto que algunos mayores admiran mi bienestar con los niños -escríbelo como prefieras- yo siempre me
considero un afortunado. ¡Creo incluso que me regalan una mayoría de edad más
ingenua y viva!
“Los niños son egoístas”, -dicen
algunos-. ¿Nos molesta? ¿Y… cuál es nuestra condición? ¿Acaso no es egoísta por
parte nuestra esta afirmación? ¿No
seremos más egoístas los mayores al no arriesgar
nunca? “Los niños no piensan las cosas”; “los niños son inconscientes”; “los
niños son muy ingenuos”; “los niños inventan”; “los niños son”… ¡No siempre
lo que tú sospechas, piensas o afirmas! ¡Mira si no es milagro saludable para
nuestra monotonía su encantadora alegría y vivacidad¡ ¡Pobre mundo nuestro si
no devora con apetito el rico sabor de su maravilloso
bocadillo!
Tengo un hermano –es un poco Ángel, aunque es muy serio- que ha
acogido con tal fervor la ascética de las escaleras que casi todos los días
sube y baja más de mil… ¡Y hablo de
escaleras muy pendientes! “Pindias”, decíamos en nuestro pueblo,
allá en la infancia. Me dice el diccionario que se trata de una palabra de uso
regional en Santander y Palencia, hoy casi en desuso… ¡Bueno, pues me hago niño
y hago aquí uso de ella!
Pindia es hoy la vida: pindia es la infancia; pindia es la adolescencia; pindia es nuestra juventud… ¡Pindio –en fin- es nuestro pensamiento,
rauda y voraz nuestra cultura y contracultura, nuestro hablar, nuestro sentir, nuestro querer, nuestro
tiempo…
Sin
querer detener mi río en el decir
manriqueño, -nuestras vidas son los ríos
/ que van a dar al mar, / que es el morir”… Yo sí reduciría un poco el
vértigo de nuestra vida, de nuestra velocidad, de nuestros apresurados cambios…
¡con el fin de disfrutar más del sosiego y el silencio! Me acojo y me
encomiendo –también en parte- a Fray
Luis de León cuando dice “¡Qué descansada
vida / la del huye del mundanal ruido / y sigue la escondida senda ¡ de los
pocos sabios que en el mundo han sido”…
¡Mira que ha llovido y ha escampado!… ¡A ver si escampa un poco y se
sosiegan un poco el cielo y la tierra! Dejemos alguna línea de nuestro vertiginoso guión a la mansedumbre
angelical de nuestros niños.
Las
jardineras de mi escalera aún tienen un saludable espesor de nieve en estos
días. ¡Quiero decir que sigo degustando el dulce elixir de la esperanza! O, si
prefieres, cada día -apenas amanecer- me tomo un sorbo de chiribitas! ¡Me
sienta muy bien!
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