CAMPANAS DORMIDAS
4/4/2015
¡Quedan
muy pocas vivas!… En estos días hemos elegido otros sonidos, por no decir otros
ruidos. Claro que entre llamarse Santa Bárbara –¡súbase usted, por favor, a la
Torre de la Catedral y contémplela!- podemos elegir también otras. ¡Que las
hay!... Te aporto algunos datos del campanario de nuestra Catedral. Recuerda
que mi escalera está en Segovia…
Nombre tradicional
|
Peso tradicional
|
Posible campana
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Peso aprox.
|
Sermonera (7)
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500
|
Campana
(10)
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199
|
El Becerro (2)
|
700
|
Campana
(6)
|
579
|
Santa Bárbara (5)
|
1.000
|
Campana
(8)
|
633
|
La Purísima (3)
|
800
|
Campana
(4)
|
750
|
La Fuencisla (8)
|
1.100
|
Campana
(1)
|
1.302
|
María de la Paz (1)
|
1.500
|
Campana
(3)
|
1.384
|
¡Gracias
por esta preciosa información! ¡Cuánto me dueles, ciudad secular! Mira si hay
vida en ti. Mira si hay niños que querrían subir y voltear nuestras solemnes
campanas. Mira si hay días de gloria, de encuentro y de tedio, de amor y
llanto, de nieve y verano, de… ¡Y luego dejamos posarse a las cigüeñas en
cualquier lugar sagrado! ¿Ecologistas? ¿De qué? Somos muchos los que también
hablamos de la “ecología del espíritu” y
no contamos con personal y presupuesto para proteger y remunerar a un sencillo
campanero.
¡Qué
misión tan hermosa cumplieron en su día las campanas! Ni siquiera tienen ya voz
en la soledad del campo manteniendo el crecer del trigo y los girasoles.
Campanas de mi infancia y juventud que ya no tenéis voz ni fiesta, ni cohetes
ni procesión. ¡Ni siquiera escuchamos ya los cuartos y las medias del campanillo del sacristán y los monaguillos,
quienes nos convocaban para las pequeñas fiestas del vivir diario!
¡Campanas
dormidas!… Campanas dormidas en la ciudad, en la aldea y en el campo… ¿Por qué
me vendrá a la mente el libro de Olegario González de Cardedal “El elogio del chopo y de la encina”?
¡Lo sospecho! Tanto el chopo asceta y místico, como la encina adusta y negra se
estremecían allá en el campo al oír las distintas convocatorias que ellas les
recordaban.
Será también Antonio Machado –con casa y
plaza en nuestra ciudad- quien nos ha
dejado en su vasto testamento literario preciosos apuntes sobre el chopo y la
encina en su poema “Encinas”:
serrijones y colinas / llenos de oscura maleza, encinas, pardas encinas; / humildad y fortaleza!
cerca del agua que fluye, / pasa y huye,
viva o lenta, / que se emboca turbulenta
o en remanso se dilata. / En su eterno escalofrío
copian del agua del río / las vivas ondas de plata”...
Robles, pinos, hayas, chopos…
Los chopos son la ribera, / liras de la primavera,
Ajeno, en fin, a guerras, a chopos y encinas
me sigo preguntando… “¿Por quién doblan
las campanas?”. ¿Por qué no? ¡Hay
razones de más por la solidaridad y sonoridad de las mismas! ¿Quién no se
emociona ante su sonar? ¡Yo me inclino ante sus llamadas!
¡Ojalá mi texto fuera hoy
tan solo un leve lamento literario! No quisiera caer en la añoranza de mi
paisano amigo Jorge Manrique quien
nos dejó esta severa cadencia: “cualquiera
tiempo pasado fue mejor”. ¡No,
no, por favor! Siempre me he sentido hermano del progreso!
En el precioso pueblo de Saldaña, a orillas del chopo
y el Carrión, se siguen fabricando bajados y campanas… ¡Gracias, saldañeses!, como así consta en mi lugar
de consulta sobre su gentilicio…
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