domingo, 7 de junio de 2015

MI MEJOR MEMORIA


MI MEJOR MEMORIA
07-06-2015


   “Mi memoria es la memoria de la  nieve” –nos confiesa Julio Llamazares en uno de sus Cinco poemas sobre la nieve. Y concluye en otro momento con menos fortuna: “Sólo estoy… como un toro de nieve que brama a las estrellas”. Humildemente yo creo      que hay imágenes que le duelen a la nieve!
   Una aclaración: Como el escribir es libre y caprichoso, inquieto e impaciente, en este mismo momento estoy contemplando uno de los momentos más bellos que la naturaleza nos regala a los que somos “buenos”… ¿Cómo no ser ángeles con ella? Su pulcritud, su candor, su ingenuidad, su descendencia… ¡Quiero decir que nieva!
   ¡Ay, si el mundo pudiera pararse cuando nieva! ¡Mira que es callada y elocuente la nieve! ¡Mira que es paradójicamente temida y ansiada! ¡Mira si es pura, terca y mansa! Mira si es niña e ingenua en su llegada… ¡Ay, si supiera su cielo, si supiera su gloria y su infierno la nieve! ¿No habrá en el calendario humano una fecha para su fiesta? ¡El día del pan, el día del hambre, el día del amor, el día de la rosa!…
   Yo, para celebrar su presencia, todos los años me tomo un día de fiesta. ¡Cómo me iba a imaginar que hoy, -cuatro de Febrero- iba a encontrarme solo con ella! Voluptuosa y dulce me mostró su piel lisa, sus formas obsequiosas, sus curvas, sus pechos al desnudo, sus pómulos fríos, su arbórea cabellera… ¿Cómo no sentirla humana y seductora? A medida que avanzaba  sobre su ingenua alfombra ella me mostraba la escolta marrón de sus amplias calles, el viejo roble, niños jugando con fuego, caballos rebeldes, baños y cadencias en torno a Diana, crestas verde-oscuras, camas al aire, hielos impíos, secuoyas gigantes, escaleras lisas, tapices puros, acebos, hayas, lauros nevados, tapiales blanquinegros, sombreros deformes, floripondios gruesos…
   En fin, que dentro de un rato tendré que volver al asfalto y al barro, Al prosaico goteo de los tejados, al crimen urbano y la sal… ¡Cómo me iba a imaginar yo que este breve sueño me iba a volver a la realidad del ruido y el temor, a la trivialidad y a la blasfemia, al grito del patio y el asfalto, yo que siempre escuché el rumor del agua en esa fuente niña que solo dejaba acercarse a ella a los niños poetas, a las niñas siempre guapas, a… ¡algún abuelito lleno de sueños y nostalgias!
   ¡Perdóname, nieve! Sé que tu guión es muy exigente! Solo he intentado acercarme a ti sin mancillarte ni ofenderte!

*** Si quieres deprimirte, da un salto mortal y lee el poema “Castilla”. Yo aprendí de pequeño a abrir la puerta a los poetas: “Hay una niña muy débil y muy blanca en el umbral. Es toda ojos azules”… (Manuel Machado)
¡Cómo me duele Castilla!

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